El duende y los costalitos

Hola, ciberamigos. Hoy les voy a contar una pequeña historia:

Hace mucho tiempo, los abuelos de Lucas construyeron un cofre para guardar los costalitos donde guardaban las cosas importantes. Esto se había convertido en una tradición para la familia, generación tras generación. Así que cada integrante de la familia tenía que construir su propio cofre para resguardar los costalitos de cosas importantes.

Lucas era un pequeño muy travieso y preguntón; no tenía idea de por qué hacían cofres y se preguntaba por qué los cuidaban tanto y qué tenían esos costalitos. Un día, su mamá le encargo que construyera su cofre personal y les dio sus propios costalitos para que los guardara y los cuales nunca debía de compartir con nadie, mucho menos con los duendes que a veces merodeaban por la casa. Lucas dijo “sí”, moviendo la cabeza.

Al día siguiente, empezó a construir su cofre; consiguió la madera más bonita y los colores más brillantes y muchos pinceles. Cuando lo estaba haciendo, pasó un pequeño duende amarillo y entablaron un diálogo:  

—¿Qué haces pequeño? —le preguntó el duende.

—Un cofre personal —respondió Lucas.

—¿Para qué lo quieres? —el duende preguntó de nuevo.

—Voy a guardar algo muy valioso, pero nadie puede saber qué es —contestó Lucas.

—Yo te puedo ayudar, soy un experto en construir cofres y te aseguro que el tuyo será el más bonito de todos —le dijo el duende.

Lucas se emocionó y le dijo que sí, pero no le contó a su mamá ni a su papá que un duende le iba a ayudar a construir su cofre. En realidad, el duende solo quería robarse sus costalitos.

Para cuando terminaron de construir el cofre, el duende ya sabía la combinación del candado de su cofre y había tomado los costalitos sin avisarle.

Al día siguiente, alguien había robado todos los panes de chocolate de la panadería y mucha gente aseguraba que habían visto a Lucas saliendo de ahí con un enorme bolso.

Lucas llegó muy contento con su cofre a casa, pero todos lo miraban con asombro y se preguntaba qué pasaba.

Su mamá se acercó y le preguntó por qué había robado todos los panes de chocolate de la panadería del pueblo, ya que los vecinos lo habían visto salir corriendo de ahí.

Lucas lloró y lloró diciendo a su mamá que él nunca robaría esos panes por más que le gustara el chocolate.

Su mamá se quedó pensativa. —¿Lucas donde están tus costalitos? —le preguntó.

—En mi cofre mamá —y corrieron a asomarse, pero al abrir el cofre su sorpresa fue que los costalitos no estaban.

La mamá de Lucas se asustó mucho y gritó: —¡Alguien se robó tus costalitos!, ¿qué hiciste con ellos?

Lucas se quedó pensativo, agachando la cabeza y pidiendo disculpas. Le contó a su mamá que un duende amarillo se había ofrecido muy cortésmente a construir su cofre para que fuera el más bonito, y nunca se imaginó que solo era para robarse sus costalitos.

Su mamá lo abrazó y creyó todo lo que le contó Lucas, ella le dijo: —Hijo, es importante que nunca hables con desconocidos y mucho menos con los duendes amarillos; a ellos les interesa robar los costalitos porque ahí guardamos la identidad de cada uno de nosotros y si ellos la roban, se pueden hacer pasar por cualquiera. Eso fue lo que pasó en la panadería: el duende ocupó tus costalitos y robó los panes de chocolate ocupando tu personalidad.

El duende fue castigado y pasó un largo tiempo en un calabozo. Lucas aprendió la lección y jamás volvió a compartir sus cosas con ningún extraño. Todos los viernes compraba panecillos de chocolate para compartir en familia y así, vivió seguro por siempre.

¿Qué les pareció? ¿Cuáles fueron las lecciones aprendidas?

¡Les dejo algunos consejos ciberamigos!

  1. Nunca compartas tu cofre con los costalitos de tu información personal como: nombre completo, dirección contraseñas o correo electrónico.
  2. Jamás aceptes regalos de ningún duende amarillo, se les llama extraños.
  3. Si alguien te contacta y te dice que no le digas a nadie, avisa inmediatamente a tus padres porque eso ¡no está bien!, y seguramente te meterá en problemas.
  4. No ocultes nada a tus padres, nada; recuerda que ellos son los únicos que podrán ayudarte cuando estés metido en algún problema.
  5. Utiliza responsablemente tus dispositivos, son como tu cofre.

Por Lupita Mejía