Covid-19 abrió la puerta al mundo educativo en línea

Un iceberg es un témpano de hielo gigantesco que deambula sin rumbo alguno por el mar y el cual puede provocar que enormes embarcaciones, como el histórico Titanic, se desestabilicen.

Dentro de la tormenta que vivimos con la pandemia y con la aparición del “iceberg” llamado Covid-19, la mayoría de las instituciones educativas se vieron en la necesidad de cerrar sus puertas de manera inmediata con la finalidad de evitar el choque con este témpano; ya que a pesar de que había llegado a desplazarse en otros mares, desafortunadamente, el mar de muchas escuelas no estaba preparado para su llegada.

Cuando me enteré de que esta tormenta había provocado una serie de naufragios, les confieso que me asusté; no podía creer que en tan poco tiempo este virus había viajado tan rápido de una nación a otra y había comenzado a causar daños, particularmente en la educación. Como docente me preocupé aún más cuando se empezaron a cerrar las escuelas, pues cada vez se acercaba más este iceberg; hasta que llegó el momento de un absoluto silencio en mi aula, las puertas se cerraron y mis niños se fueron a casa con sus tareas en mano.

Les comparto que algunos de mis estudiantes me preocupan más, ya que no cuentan con los recursos necesarios para trabajar desde casa, alrededor del 30% de ellos. Tristemente, ya formamos parte de las estadísticas que comparte la UNESCO respecto al seguimiento de cierre de escuelas a nivel mundial:


1,576,021,818 estudiantes afectados
91.3% del total de alumnos matriculados
188 cierres a nivel nacional
.

Estos cierres que se hacen en cada país están afectando a más del 91% de la población estudiantil del mundo. Muchos otros países han implementado cierres localizados que impactan a millones de estudiantes más. Según la UNESCO unos 63 millones de docentes de primaria y secundaria en el mundo están afectados por el cierre de los centros escolares en 165 países.

¿Qué ha sucedido en nuestro país?

Este iceberg Covid-19 movilizó la construcción de un “Titanic” de plataformas educativas en línea e hizo una invitación al zarpe de manera inmediata, pero la realidad es que aun las instituciones educativas más dotadas de herramientas de alta tecnología no contaban con los boletos de primera clase para todos los educandos; es decir, canales, soporte, protección y capacitación para tener un abordaje seguro. No obstante, todos los docentes y directivos unieron esfuerzos para brindar un boleto de primera clase a sus alumnos y continuar con la educación en México a pesar de la catástrofe.

Es así que, los maestros y directivos decidieron capacitarse de manera autónoma para el manejo de las TIC (las cuales para muchos es un tema complicado pues no las manipulan al cien por ciento). Bajo esas condiciones tuvieron que invitar a sus estudiantes a subir al navío con el salvavidas parchado para la implementación de la enseñanza virtual. Extendieron una invitación a la comunidad educativa para que emprendieran este viaje por medio de comunicados tanto impresos como digitales o pasando la voz.

Nuestro “Titanic”, con plataformas educativas gratuitas, pero con nulas estrategias y normas de seguridad y protección de privacidad de los menores, no contempló el choque con este iceberg Covid-19. Los más afectados han sido los pasajeros carentes de recursos, ya que, derivado del contexto de estos estudiantes, no pudieron conseguir un pasaje de primera clase y, aún más desalentador, no contarán con todas las comodidades para acceder a las plataformas y continuar con su proceso de aprendizaje en línea en un futuro cercano. Por otra parte, aquellos que sí tuvieron la posibilidad de abordar tendrán un viaje donde no se incluyen algunos salvavidas para manejar los riesgos y amenazas en el océano del ciberespacio.

Finalmente, sabemos que la tecnología nos abre las puertas a un mundo lleno de oportunidades para el desarrollo de la creatividad y la innovación, pero también nos puede poner un freno si no contamos con capacitación, medidas de seguridad e infraestructura adecuada. Es un buen momento para contemplar al menos algunas recomendaciones que ayuden a parchar esos salvavidas, tales como:

  • Definir una plataforma que no tenga problemas de privacidad.
  • Establecer reglas en el uso de la plataforma. De la misma manera que hay reglas en el salón de clase, debe haber en el aula virtual, buscando que en todo momento se cuide la privacidad de los alumnos.
  • No compartir enlaces de reuniones en plataformas públicas o medios sociales. Solo enviar el enlace directamente a aquellos que necesitan unirse a la clase.
  • Crear contraseñas para que los participantes la utilicen al unirse a la clase.
  • Cerrar las salas una vez que todos los participantes estén dentro.
  • Deshabilitar la función de compartir pantalla entre los participantes para asegurarse de que no se pierda el control de la reunión.
  • Desactivar intercambio de archivos y mensajería privada para evitar conversaciones paralelas inapropiadas sin su consentimiento.

Tengo la esperanza de que este momento que estamos viviendo nos permita sentar las bases para fomentar Escuelas Ciberseguras.

Mi reconocimiento a todos los maestros del mundo por poner el corazón cuidando la educación de sus alumnos aun a la distancia.
Por Lupita Mejía